La semana pasada estaba comiendo en un restaurante con mi marido y Lucía. Estábamos mirando la carta y mientras me decidía por el entrante no pude llevar la atención a una mesa que estaba muy próxima a la mía. En general tengo costumbre de cuando entro a un lugar fijarme en la decoración, en la distribución, en la energía que desprende el sitio y el equipo que trabaja allí. En esta ocasión, tras la rueda de reconocimiento del lugar, mi atención se quedó en una pareja que estaba muy próxima a nuestra mesa. Ella hablaba un pelín alto y con mucha ilusión y energía. La acústica del restaurante imagino que no era muy buena y en ocasiones sentía como si ella estuviera casi sentada en nuestra mesa 😊
En un momento que me quedé sola, coincidía que Lucía dormía y lleve mi atención a la pareja para observarlos disimuladamente, veía como ella no cesaba en decirle cosas bonitas a él, en resaltar que a ella le encantaba los planes que hacía él, en alabarlo, ella se estaba perdiendo en él.
Durante la conversación ella también hablaba de sí misma pero casualmente con especial énfasis en lo potente que era en su faceta académica y laboral. En los temas más personales se dedicó a hacer efecto camaleón y decir lo que sabía que a él le iba a gustar escuchar.
En ese momento pensé: ¡Cómo nos cuesta ser nosotros mismos cuando empezamos una relación! Una relación que inicialmente no sabemos si esa relación será de amistad, de rollo o de pareja. Pero sin saberlo ya marcamos y condicionamos esa relación. No nos mostramos tal como somos.
¿Te suena esto? ¿Cómo te relacionas tú en los primeros encuentros?
Nos resulta inevitable mostrar lo mejor de cada uno, está claro que no le vamos a mostrar nuestro carácter cuando nos enfadamos, pero hay una línea muy delgada entre mostrar la mejor versión de mí y sobredimensionar quien soy yo. Y esto pasa con mucha frecuencia porque QUEREMOS GUSTAR, queremos que se lleve una buena impresión, pero eso no eres tú, ¿entonces… ¿Qué le estás enseñando?
Como seres humanos nos gusta gustar, y una manera de hacerlo es complacer al otro, decirle cosas que sé con certeza que le van a gustar, camuflarme para que la otra personas conecte de una manera inconsciente con “¡Jo! ¡Qué persona más guay!” “¡Me encanta todo de ella!” y de esta manera la otra persona se queda impresionada por esa “conexión ficticia” que se ha producido.
¿Desde este lugar quieres realmente empezar una relación? ¿Perdiéndote en la otra persona y mostrando una cara que no eres tú al 100%?
Una cosa es mostrar y destacar tus puntos bonitos y otra cosa contarle a la otra persona lo que sabes que le encantaría escuchar. Desde este lugar te estás relacionando sin amor hacía ti misma, simplemente te encuentras en una búsqueda del gustar. Y este es un paso muy importante, poner conciencia desde que lugar te relacionas cuando conoces una persona.
¡Deja de dedicar tiempo a mostrar algo que no eres y dedícalo a conocer a la persona que tienes delante para ver si realmente te encaja con lo que deseas y con tus valores de vida!
¿Te muestras tal como eres? o por el contrario ¿buscas gustar?
No hace falta ir deslumbrando por la vida, no somos actores ni actrices que pasean por la alfombra roja de Hollywood. Simplemente sé tú misma, tú mismo. Esto define tu relación con el amor y con el perfil de relaciones de pareja que tienes.